sábado, 11 de octubre de 2014

ISRAEL







http://www.turisrael.com/tourism_spa

Pagina donde podreis encontrar diferentes Itinerarios y Videos.





Nombre oficial: Israel y territorios palestinos

Superfície: 26.990 km² (20.770 km² Israel; 6.220 km² Gaza y Cisjordania)

Población: 8.500.000 hab. (5.800.000 en Israel; 2.700.000 en Gaza y Cisjordania)

Capital: Jerusalén (623.000 hab.)

Nacionalidades y etnias: 80,1% judíos (32,1% originarios de Occidente, 20,8% israelíes, 14,6% de origen africano, 12,6% de origen asiático), 19,9% no judíos (mayoritariamente árabes)

Idioma: hebreo (oficial), árabe e inglés

Religión: 80,1% judíos, 14,6% musulmanes, 2,1% cristianos, 3,2% otros

Régimen político: república

Presidente: Shimon Peres

Primer ministro: Benjamín Netanyahu

Visado: los ciudadanos de la Unión Europea, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay y Uruguay no necesitan visado para entrar en Israel. La mayoría de los turistas reciben autorización para una estancia de tres meses, pero los que lleguen por tierra procedentes de Egipto o Jordania es posible que sólo la reciban por un mes. A su llegada, se entrega al visitante un duplicado del permiso de entrada (que se debe conservar). Si no se posee billete de vuelta ni dinero para financiar la estancia, es probable que no sea aceptado. Se aconseja evitar el sello en el pasaporte, pues la mayoría de los países árabes no dejan entrar a aquéllos que han visitado Israel. Se debe intentar que los funcionarios sellen el permiso de entrada en lugar del pasaporte.

Condiciones sanitarias: No existe ningún peligro especial, pero, si se va a desplazar a otros países de Oriente Próximo, se aconseja vacunarse de hepatitis, fiebres tifoideas, polio, tétano y difteria.

Hora local: GMT+2; GMT+3, en verano

Electricidad: 220 V, 50 Hz Pesos y medidas: sistema métrico

La mayoría de las fiestas nacionales de Israel son religiosas. Resulta imprescindible informarse acerca de las festividades judías, puesto que el país se paraliza esos días y se deberán posponer los planes de viaje. El sabbat judío se celebra desde la puesta de sol del viernes hasta el ocaso del sábado, y no está permitido ningún tipo de trabajo durante ese lapso de tiempo. El Yom Kippur, en octubre, constituye la fecha más sagrada del calendario judío. Es el día de la expiación, 25 horas de abstinencia de prácticamente todo, combinada con la oración, la contemplación y la confesión. La Pascua conmemora el éxodo de los judíos, conducidos por Moisés, desde Egipto. Durante una semana de abril, se come matza, un pan achatado. Pero las celebraciones judías no son todo abstinencia y abnegación. Durante el Purim, que se organiza entre febrero y marzo para recordar el día en que Esther y Mardoqueo liberaron de perecer al pueblo judío residente en Persia, se caracteriza por los banquetes, el intercambio de presentes e, incluso, la ingesta de vino en la propia sinagoga; se dice que uno tiene que emborracharse hasta que no pueda distinguir la frase "bendito Mordechai" de "maldito Haman".

Moneda: nuevo shekel

Israel es caro, pero se debe reconocer que el gasto se ajusta a una buena relación calidad-precio. Con un presupuesto reducido, es factible alojarse en un cuarto decente por un mínimo de 7 dólares. Una habitación doble con cuarto de baño incorporado supondrá unos 50 dólares. De hecho, es la comida lo que dispara los gastos: si bien se puede vivir con tres falafel al día por unos 2 dólares, siendo realistas se necesitarán entre 10 y 16 dólares si se pretende comer sentado de vez en cuando. Con unos 25 y 30 dólares diarios, se dispondrá de un hospedaje adecuado, buena comida y la posibilidad de efectuar diversos desplazamientos; tomar copas, visitar museos o hacer una excursión, provocará que esa cifra se dispare rápidamente.

En los comercios caros aceptan tanto dólares estadounidenses como shekels; el pago con moneda local supondrá un ahorro del 17% de IVA. Sin embargo, en tiendas más modestas únicamente puede abonarse la compra en shekels. Los dólares pueden canjearse sin ningún problema en cualquier lugar, así como la mayoría de divisas fuertes y los cheques de viaje. Los israelíes son conocidos por vivir del crédito, así que aceptarán sus tarjetas en la práctica totalidad de los establecimientos. Una gran parte de cajeros automáticos, muy abundantes, admite tarjetas de crédito internacionales.

Dejar propina es una costumbre muy arraigada en Israel; en cualquier caso, y a pesar del servicio recibido, se espera un mínimo de un 15%. Igualmente, se debe tener en cuenta que el sueldo de los profesionales del turismo es exiguo. Si bien la mayoría de productos incluyen en el precio el IVA, se puede reembolsar este dinero si se sigue el procedimiento burocrático pertinente.

Jerusalén
Jerusalén es una ciudad sagrada para judíos, musulmanes y cristianos. Una mayoría visita la urbe para sumergirse en su historia sagrada, pero se debe tener en cuenta que Jerusalén no es únicamente un concepto, sino también una metrópoli moderna, repleta tanto de gente viva como de fantasmas y personajes bíblicos. La población está dividida en tres partes: la amurallada ciudad antigua, donde se encuentra la mayor parte de los puntos de interés turístico; la zona oriental, de predominio árabe; y la urbe nueva, en rápida expansión, conocida como Jerusalén Oeste. La ciudad antigua también se divide en los barrios armenio, cristiano, judío y musulmán.
Para hacerse una idea del casco histórico, merece la pena deambular por las murallas de la ciudad, construidas en el siglo XVI por Sulimán el Magnífico. Dominando la metrópoli, se halla la Explanada de las Mezquitas, denominada por los musulmanes Haram El Shariff (el Noble Santuario) y Monte del Templo por los judíos: es la manzana de la discordia. Desde este enclave Mahoma ascendió a los cielos y Dios ordenó a Abraham que sacrificara a su hijo. La magnífica mezquita de la Cúpula de la Roca domina el monte, con la mezquita Al Aqsa y el Museo Islámico un poco más al Sur.
La muralla occidental, en la falda de la explanada, es la más accesible de las cuatro pertenecientes al Segundo Templo, construido por el rey Herodes. Su facilidad de acceso la ha convertido en una zona popular para el culto judío. La trilogía de emplazamientos sagrados se completa con la iglesia del Santo Sepulcro, en el barrio cristiano. Se construyó en el lugar de la (probable) crucifixión, entierro y resurrección de Jesús. Su atractivo reside más en su historia que en su esplendor arquitectónico. La mayoría accede a ella bajando por la Vía Dolorosa, el camino que siguió Jesucristo portando la cruz.
Más allá del interés religioso de la población, puede descubrirse la ciudad antigua, el bullicioso y humeante barrio palestino de Jerusalén Este, o las cafeterías y centros comerciales de la Jerusalén Oeste o ciudad nueva. Al oeste de la urbe se ubica el Yad Vashem, el conmovedor monumento judío en memoria del holocausto. Al este, el Monte de los Olivos, desde el que Jesús ascendió a los cielos y donde el común de los mortales puede disfrutar de una bella vista panorámica de la población.
El lugar elegido para alojarse en Jerusalén dependerá del objetivo del viaje. En la ciudad antigua y Jerusalén Este se hallan los establecimientos más económicos y el mejor ambiente, y los más próximos a los puntos de interés. El inconveniente es su distancia con respecto a las cafeterías y la vida nocturna de la ciudad nueva; el casco antiguo cuenta con escasa oferta de diversión por las noches. Si se está dispuesto a pagar más, y el ocio es lo que más importa, debe alojarse en la ciudad nueva. Si se busca comida muy apetitosa y económica, debe pasarse por el mercado Mahane Yehuda, en el oeste de la zona antigua. Los mejores establecimientos de falafel se sitúan en el otro lado de las murallas, en Jerusalén Este, o en los barrios comerciales de la ciudad nueva.

Tel-Aviv-Jaffa
A pesar de contar con menos de un siglo de antigüedad, Tel-Aviv se ha consolidado como la urbe de las finanzas, los negocios y la diversión. En su territorio habitan pocos oriundos, y un corto paseo por la ciudad introducirá al visitante en los aromas orientales del barrio yemenita, los destartalados bares de vodka de la calle Allenby y las urbanizaciones color salmón ubicadas en primera línea de mar. Tel-Aviv no cuenta con numerosos atractivos turísticos; entre ellos destacan el Museo de la Diáspora, una crónica de la cultura judía en el exilio, y el Museo de Arte de Tel-Aviv. Al finalizar el recorrido cultural, supone un grato aliciente deambular por los mercados del barrio yemenita, tomarse un capuchino y, más tarde, estirarse en la arena de una de las mejores playas de Oriente Próximo.

Mar Muerto
Aunque esté considerado un enclave ineludible para la mayoría de viajeros, esto no significa que no deba visitarse. Ningún desplazamiento a Israel puede considerarse completo si no se ha flotado en el mar Muerto. Sus aguas presentan una elevada densidad, al estar repletas de minerales vigorizantes; y cuenta con un 10% más de oxígeno en el aire que a nivel del mar. Los alrededores del mar Muerto ofrecen múltiples posibilidades en el momento en el que se crea que ya se ha flotado suficiente. Ein Gedi constituye uno de los oasis más sugestivos del país, una zona exuberante donde abundan los manantiales de agua dulce, cascadas, estanques y todo un paraíso para la fauna y flora del desierto. Mesada está considerado unánimemente uno de los enclaves israelíes obligatorios. Esta fortaleza, situada en la cima de una planicie cortada a pico, está considerada el último reducto de los celotas, rebeldes judíos que se levantaron contra el Imperio Romano en 66 d.C. Cuando su derrota era inevitable, los 967 hombres, mujeres y niños refugiados en Mesada se suicidaron antes de dejarse capturar. El lugar ofrece un ambiente sobrecogedor, y las vistas resultan increíbles.

Galilea
Este territorio rigurosamente bíblico fue el lugar donde Jesús predicaba con mayor frecuencia, y donde se andaba sobre las aguas y se multiplicaban los peces. También se erige como la región más exuberante de Israel, con verdes valles, bosques frondosos, fértiles tierras de cultivo y el lago de Kinnereth. Nazaret, donde Jesucristo pasó su infancia, constituye el destino de numerosos peregrinos, pero no ofrece grandes puntos de interés turístico. A pesar de albergar algunas iglesias de cierta relevancia, como la basílica de la Anunciación, donde el arcángel San Gabriel se apareció a la Virgen María, la localidad en sí misma carece de belleza estética. Tiberíades, en la ribera oeste del lago de Kinnereth, se establece como una base apropiada para desplazarse con facilidad por la zona. Se puede enriquecer el espíritu ante las tumbas de ancestrales sabios, para luego aliviar los dolores corporales en las famosas fuentes termales de la urbe. La localidad alberga igualmente el mayor yacimiento arqueológico del país: Bet She'an. A pesar de las contínuas excavaciones, ya puede atisvarse un anfiteatro romano en buen estado de conservación, termas bizantinas, un templo y una columnata romana. Este enclave se halla en la ruta de autobús Tiberíades-Jerusalén.

Belén
La denominación de los espacios de Belén no dejan lugar a dudas sobre su historia: plaza del Pesebre, calle del Pesebre, calle de la Estrella, calle de los Pastores, dos campos de los Pastores y una increíble multitud de Navidades. Belén se construyó alrededor de la plaza del Pesebre, el centro y, además, el aparcamiento de la urbe (una decisión muy estratégica). La iglesia de la Natividad constituye la razón de ser de esta ciudad sagrada, y permanece como una de las iglesias en activo más antiguas del planeta. Edificada sobre el lugar donde se cree que nació Jesucristo, su arquitectura se caracteriza por ser augusta y venerable, como corresponde a su origen. Si se considera kitsch en exceso, puede echarse un vistazo a la capilla de la Gruta de la Leche, el santuario de la lactancia de la Virgen María. La tumba de Raquel, en una punta de la población, se erige como uno de los santuarios más sagrados para los judíos; pero también es reverenciada por musulmanes y cristianos. No existen excesivos alojamientos en Belén, pero únicamente dista 40 minutos en autobús de Jerusalén.

Acre (Akko)
Si se pensaba que Jerusalén era la ciudad intemporal por antonomasia, Akko romperá todos los esquemas. Esta ciudad-fortaleza de piedra junto al mar ha vivido épocas de esplendor bajo el mandato de Alejandro Magno, egipcios y romanos, pero su apogeo llegó cuando se convirtió en la ciudad cruzada de Acre (Akko). La vieja Akko mantiene intactos sus orígenes árabes, por lo que no ha sufrido la inversión en desarrollo y la explotación turística a gran escala. Las murallas de la urbe separan la población antigua de la moderna ciudad judía, dispersa al Norte. Ocho metros por debajo de la Akko actual, se halla la ciudad cruzada subterránea, una hilera de salas abovedadas en las que resuena el eco, y que en su día formó el cuartel de los caballeros de la Orden de los Hospitalarios. Frente a la entrada de la ciudad subterránea, se ubica la mezquita de Al-Jazzar, con su bóveda verde y su minarete en punta propios de la cultura turca. Justo al este de la mezquita, se halla el souq, un pedazo de Oriente sin contaminar. Cada octubre, Akko alberga un festival de teatro experimental. Existen escasos establecimientos para hospedarse y comer, pero se puede acceder en autobús desde Haifa, a 40 minutos.

La cultura israelí ha estado dominada por la religión, léase judía, cristiana o musulmana. A pesar de intuir la mentalidad austera de los pioneros del kibbutz, y del peso del judaísmo como religión del estado, Israel se está convirtiendo rápidamente en una sociedad cosmopolita y consumista. La mayoría de los israelíes judíos combinan la tradición con la modernidad: llevan una vida seglar y participan en ceremonias religiosas ocasionales. Este aspecto no ha comportado la desaparición de los principios religiosos. Las facciones ortodoxas acumulan mayor fuerza, y sus peticiones de un retorno a la religiosidad se hacen oír cada vez más. Muchos judíos ortodoxos varones (especialmente los hasidim) resultan fácilmente reconocibles por su ropa de color oscuro, sus barbas y tirabuzones (no así las mujeres).

En el territorio palestino, la cultura musulmana aparece con mayor evidencia: aunque es poco habitual avistar mujeres, visten con mayor modestia. La vertiente religiosa islámica predominante es la sunita. La familia y la hospitalidad constituyen pilares primordiales en Palestina; su amabilidad es extrema, e incluso pueden llegar a invitar al visitante a su casa. Israel es célebre por sus intérpretes de música clásica, como el violinista Yitzhak Perlman, gran triunfador en la escena mundial. El klezmer, música de baile folclórica yiddish (judeoalemana) basada en el violín, es tremendamente popular y ha ampliado su área de influencia a las comunidades judías de todo el mundo. Los fundadores del movimiento sionista eran escritores, y la importancia de la literatura permanece en el país. Entre los escritores más conocidos internacionalmente se encuentran Amos Oz (La caja negra; Una pantera en el sótano) y David Grossman (Véase: amor). La comunidad palestina cuenta con una gran tradición literaria, nacida de la adversidad y la lucha, cuyo mayor exponente es la poesía. Con el objetivo de consolidar una identidad judía en su patria, los nuevos israelíes se volcaron apasionadamente en la arquitectura, con un estilo internacionalista y funcional, así como con la difusión de edificios deudores de la Bauhaus. Escasas construcciones islámicas han perdurado al traspasar el umbral del siglo XX, pero permanece alguna bella muestra de arquitectura mameluca en la vieja Jerusalén.

Los hábitos alimentarios de los israelíes están determinados sobremanera por las leyes religiosas: los judíos no pueden comer simultáneamente productos lácteos y carne, ni aves o pescado sucios; no se les permite comer cerdo ni a musulmanes ni a judíos. Las oleadas de inmigrantes han comportado la incorporación de su propia gastronomía, por lo que puede encontrarse comida judía de Yemen (carne a la brasa, verduras rellenas y un surtido sorprendente de asaduras), al igual que comida judía europea (schnitzel, goulash, pescado gefilte y blintzes). Los judíos practicantes tienen prohibido cocinar en el sabbat, así que los sábados la mayoría se alimenta de cholent, un pesado estofado cocinado la noche anterior. Entre los platos árabes destacan el falafel (garbanzos condimentados con especias y fritos), la tahina (pasta de sésamo), el humus (garbanzos y pasta de ajo) y las pitas. Las leyes religiosas prohíben el alcohol a los musulmanes, y a los judíos ortodoxos tampoco les entusiasma, así que el té (al estilo árabe, con menta y un montón de azúcar) junto con el café suponen la principal bebida. Otras consumiciones muy aceptadas por los palestinos son los zumos de tamarindo, dátil y almendra.

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