sábado, 11 de octubre de 2014

ESTAMBUL

La oficina de turismo central se halla en la calle Divan Yolu, en el histórico barrio de Sultanahmet. En ella ofrecen planos de la ciudad y consejos sobre los transportes públicos. También informan de los itinerarios más aconsejables y de los servicios de guías que se contratan en esta oficina. Las mezquitas están abiertas entre el amanecer y el ocaso; lo mejor es visitarlas fuera de horas de culto. Hay que descalzarse antes de entrar y llevar un atuendo adecuado (hombros y piernas cubiertos) que, en el caso de las mujeres, incluye cubrir la cabeza. Para estar al día de locales de moda y espectáculos es muy útil adquirir la revista Istambul Life.
Los mejores museos de la antigua Constantinopla
Frente al palacio de Topkapi está el Museo Arqueológico, uno de los más destacados de Estambul por su valiosa colección de cerámicas, azulejos y mosaicos; destaca el sarcófago de Alejandro Magno. En la iglesia de San Salvador de Chora, cerca del Cuerno de Oro, se aloja el Museo Kariye, donde se admiran algunos de los mejores mosaicos bizantinos del mundo. Próximo a la mezquita Azul está el Museo de Artes Turcas e Islámicas, con más de 4.000 objetos entre los que destacan sus alfombras. En el mismo barrio, el Museo de Mosaicos expone auténticas obras de arte. En la céntrica plaza Beyazit, el Museo de Caligrafía muestra manuscritos y textos árabes sobre piedra y vidrio. Y, para conocer el contexto histórico, el Museo Militar narra la historia local desde la conquista de Constantinopla por los turcos.
Las visitas ineludibles
El barrio de Sultanahmet es el corazón del Estambul histórico, donde se reúnen los monumentos más emblemáticos.
Santa Sofía. Hagia Sophia. Este templo emblema de Estambul, una de las grandes obras bizantinas, se construyó como iglesia en tiempos del emperador Justiniano (año 537) y, posteriormente, fue convertida por los turcos (Mehmet II) en mezquita (1453). Se abrió como museo en 1934, exhibe elementos de ambas religiones, y ahora también alberga el Museo de los Mosaicos, con valiosas representaciones de personajes sagrados.
Su cúpula tiene 56 m de alto y 31 m de diámetro, está recubierta de mosaicos elaborados con vidrios de colores sobre hojas de oro. Los otomanos añadieron los cuatro minaretes, s XV y XVI, la media luna que corona la cúpula y los elementos necesarios para el culto musulmán. Dado que el islam prohíbe las representaciones antropomórficas, taparon los mosaicos bizantinos encalando los muros, volvieron a salir a la luz en la reforma del s xix.
Cuenta la leyenda que, cuando Mehmet II entró a caballo en la ciudad, el sacerdote que estaba oficiando oficiando misa se introdujo misteriosamente en el muro, dicen que no regresará hasta que el templo no vuelva a ser cristiano.
Cuentan que la construcción era tan bella que hizo envidiar a Mimar Sinan (arquitecto Sinan), hasta el punto de construir más de 80 mezquitas, incluida la de Suleymaniye) con el afán de superar su enorme cúpula. Su discípulo Mehmet Aga, la utilizo como modelo para diseñar la mezquita en honor al Sultan Ahmet I, frente a ella.
Mezquita azul. Sultan Ahmet. Cerca de Santa Sofía se alza este templo. Su nombre le viene del reflejo que desprenden los  20.000 mil azulejos de Iznik que adornan la parte baja de sus muros. Edificada entre 1606 y 1616 bajo el reinado de Ahmet I, fue construida por el arquitecto Mehmet Aga sobre las ruinas del palacio imperial bizantino, destacan sus seis alminares, cada uno con dos o tres balcones, única del país, y las cúpulas superpuestas, decoradas con frases del Corán que iluminan el magnífico interior. Durante el verano es el escenario de espectáculos nocturnos de luz y sonido. Uno de sus pabellones alberga el Museo de Tejidos y Alfombras. Podrás valorar la importancia de Aya Sofia si tienes en cuenta que fue construida más de 1.000 años antes que la Mezquita Azul.
Justo al lado está el Hipódromo, hoy Plaza de Atmedydaní, que fue el corazón de la ciudad bizantina durante diez siglos y de la otomana durante cuatro siglos. Prácticamente destruida por los cruzados católicos en el saqueo de 1204, queda poco de este pasado esplendor, y de hecho el obelisco más importante es egipcio y formó parte de un botín de guerra del emperador Teodosio a finales del siglo IV. Destaca a su vez, la fuente Alemana, regalo del káiser Guillermo, la columna serpentina - de época romana – y el Museo Etnográfico (Museo de arte Turco e islámico) del Palacio Ibrahim Pacha, alberga una valiosa colección de alfombras.
Cisterna de la Basílica. Yerebatan Sarayi. Construida sobre las ruinas de una iglesia bizantina del s vi, es la mayor cisterna de Estambul. Este depósito de agua bizantino del año 532 tiene una bóveda que lo cubre y que le confiere aspecto de basílica. En su interior inundado se oye el rumor del agua entre un laberinto de 336 columnas, en cuya base utilizaron esculturas de la Medusa romana, repartidas en 12 hileras. El recinto alberga en ocasiones conciertos de música.Es un sistema de depósitos y acueductos que suministraban agua a la ciudad.
Del parque que se encuentra entre Aya Sofia y Sultan Ahmet sale la calle Diwan Yolu, que ha sido siempre la gran arteria de la ciudad desde tiempos romanos. Si la sigues, pasarás junto algunos cafés tradicionales (donde beber un café turco o un té y fumar un narguilé o echar una partida de chaquete (backgammon), las tumbas imperiales y llegarás a la columna Çemberlitas, el monumento más antiguo de la ciudad, que se alza junto a unos baños del siglo XVI.
Siguiendo la calle Sogukçesme Sokak, con sus casas de madera pintadas de colores, restauradas en 1980. Una serie de hoteles dan paso a la Istanbul Kitaplisi, una biblioteca que alberga una estupenda colección de literatura de viajes, grabados y fotografías de la época otomana.
Topkapi Sarayi. Es el principal monumento de la Punta del Serrallo, una suave colina que preside el estrecho del Bósforo, al norte de Sultanahmet. Este palacio, centro del imperio Otomano, fue la residencia de los sultanes durante cuatro siglos, y lleva a la práctica la idea de separar al monarca de sus súbditos, construido entre 1459 -1465, el edificio tiene cuatro patios suntuosos, alrededor de los que se organizan varios pabellones, cada uno era de acceso más restringido que el anterior. Hoy es un museo que muestra 100.000 de los 700.000 m2 que llegó a ocupar el recinto imperial, entre estancias, jardines y pabellones.
El primer patio del palacio, el de los Jenízaros, era el lugar donde estaban acantonadas estas feroces tropas, terror de la cristiandad. Aquí se reúnen el Museo de Arqueología, donde se halla la presunta tumba de Alejandro Magno, además de leones hititas y esmaltes babilónicos de la puerta de Istar y una de las colecciones más importantes sobre el Antiguo Oriente, la Ceca imperial donde se cuenta la historia de la ciudad y la iglesia bizantina de Santa Irene (s vi), que época otomana se utilizaba a modo de polvorín y hoy posee una nutrida colección de sables, armaduras cotas de malla y uniformes militares de la época. El de Cerámica turca y el de Artes Turcas e Islámicas. La parte más conocida es el Harén, al que se accede desde el segundo patio. Para visitarlo hay que pagar otra entrada.  Merecen atención los pabellones del Conquistador y del Manto Sagrado, la Sala del Tesoro, la Biblioteca de Ahmet III y las colecciones de trajes imperiales, manuscritos y armas hasta reliquias de Mahoma. Existe entrada conjunta. Es mejor acudir a primera hora de la mañana para evitar aglomeraciones. Pero el rincón más encantador del Topkapi es la terracita –Mecidiye Köskü– situada en el extremo noreste del palacio, frente a la confluencia del Bósforo con el mar de Mármara. Desde aquí se obtiene la estampa del Estambul de siempre, una panorámica en donde no falta de nada.
Dos torres octogonales custodian la Puerta del Saludo, acceso al segundo patio también denominado patio del Consejo, porque allí se administraba la justicia. Hoy en día aquí se exhiben las colecciones de cerámica y los utensilios de las cocinas, así como la entrada al Harén. Las dependencias del sultán o serrallo se encuentran al otro lado de la Puerta de la Felicidad. Dos patios sucesivos articulan salas de lectura, miradores, pabellones fuentes y dormitorios. Aquí se custodia hoy en día el tesoro otomano: tronos de oro, el diamante Cucharada, de 86 quilates, los toisones de oro concedidos por los reyes Alfonso XII y Alfonso XIII de España, o la daga con empuñadura de esmeralda.
Tras la visita del palacio, para recuperar fuerzas camino del Gran Bazar, podemos hacer una parada en los jardines del restaurante Konak o en la cisterna bizantina del Sarniç. La alternativa es seguir la avd Divan Yolu, donde se pueden encontrar un gran número de tiendas, viejas madrasas y mausoleos reales, muchos convertidos en agradables salones de té y que desemboca en la calle de los Jenízaros o Yeniçerileri, antesala del Gran Bazar. Aquí se puede tomar una café turco y fumar en narguile dentro de la madrasa de Çorulu Ali Pachá.
En la zona de Beyacit, más conocida como el barrio del Gran Bazar, se agolpan pequeños zocos y mercadillos. Aquí se pueden comprar las artesanías típicas de Turquía, desde alfombras y kilims, a piezas de cuero, madera y orfebrería. El regateo es imprescindible. En este barrio también hay varias mezquitas: la de Süleymaniye, con sus cuatro minaretes, y la de Beyacid, un ejemplo de la arquitectura otomana.
El Gran Bazar. El laberinto de calles abovedadas de este gran zoco oriental, el Kapali Carsi, lo convierte en el mercado cubierto más grandes del mundo. Dieciocho puertas dan acceso a este entramado de ochenta (otros dicen 58) calles y una plaza central. Se remonta a 1453, al poco de la conquista otomana y sigue el modelo de los zocos árabes: trazado laberíntico y calles ordenadas por gremios. En sus más de cuatro mil tiendas es posible comprar casi de todo. Los objetos más solicitados son las alfombras o kilims, la orfebrería, los juegos de té y el ojo azul, talismán de la ciudad. El regateo es obligado. Abre todos los días excepto los domingos. La puerta de Çarskapi es la entrada más bella. También cuenta con  una mezquita, diez lugares más de oración, diecinueve fuentes, unos baños turcos, más un número creciente de cafés y restaurantes. Las calles principales están entregadas el mercado turístico, lo que no es necesariamente malo, pero si callejeas encontrarás tiendas y cafetines dedicados a clientes locales que conservan su carácter y atractivo de siempre. Otros mercados funcionan alrededor, como el de anticuarios y plateros junto a la puerta de Mahmutpasa o el de los libros, junto a la mezquita de Beyazit.
Alrededor de este zoco también se abren calles empedradas, bordeadas por casas de madera del siglo XVIII, cafés históricos y vendedores ambulantes. Al sur del Gran Bazar, las calles que bajan hasta el mar se internan en el barrio de pescadores de Kumkapi, de casas de madera y rústicas tabernas en las que se sirve el pescado más fresco.
Mezquita de Solimán o Süleymaniye Camii. Situada sobre una colina, desde la que hay una buena vista panorámica de la ciudad, se alza la mezquita más impresionante de Estambul, una de las obras maestras de la arquitectura otomana, siglo XVI. En aquellos tiempos tenía más dependencias, como un hospital, un caravasar y unos baños turcos. Su interior alberga la tumba de Solimán el Magnífico dolmabahçe. En la visita de este opulento palacio se recorren los salones de Ceremonias y Azul, la escalera de cristal, el dormitorio de Atatürk y los baños, cubiertos de alabastro. Es la Mezquita más grande de Turquía y una de las obras maestras de Sinan Ibn Abdulmennan, el Miguel Ángel otomano.
El barrio del Bazar cuenta con otro atractivo, los baños turcos como el de Çemberlitas, un bello edificio del s xvi, situado junto a la columna de Constantino, erigida en 330 para conmemorar la designación de Constantinopla como capital del imperio Romano.
Si emprendes el camino cuesta abajo hacia el Cuerno de Oro llegarás al Bazar de las Especias, Misir Çarsisi, el Bazar Egipcio (cierra el domingo), dedicado a las especias y los dulces. Las calles de alrededor son un fascinante mercado diario de comidas de todo tipo, un buen lugar para comprar productos típicos (frutos y tomates secos, dulces, etc.) para llevar a buen precio. El mercado cubierto por bóvedas se creó en 1660 junto a la Mezquita Nueva. En su patio trasero hay cafés turcos.
Rustem Pasa Camii (se pide donación), situada casi al borde del Cuerno de Oro, al norte de la de Solimán; una pequeña mezquita que para muchos es la verdadera obra maestra de Sinan en Estambul, un prodigio de arquitectura y cerámica.
La ciudad moderna. La mejor forma de llegar desde el casco antiguo al barrio moderno de Estambul, Gálata, es cruzar el Cuerno de Oro por el puente homónimo que atraviesa el Bósforo. El puente de Gálata, está lleno de bares y restaurantes donde muchos estambulíes acuden a tomar una cerveza o a cenar un buen plato de pescado. Desde aquí nos dirigiremos a los barrios de Pera y Gálata, habitados por cristianos desde época bizantina.
La Torre Gálata es la construcción más relevante. Fue erigida por los genoveses en 1348 sobre una fortaleza original del siglo v. Su torre de forma cónica de 61 m de altura, es el mejor mirador sobre la ciudad, con panorámicas sobre el Bósforo, el mar de Mármara y el Cuerno de Oro. En la última planta hay un restaurante (www.galatatower.net).
Estambul es una ciudad dividida en dos por el Cuerno de Oro: a un lado el Estambul propiamente dicho y al otro lado Pera. Esta, que antaño fue la zona habitada por extranjeros, sigue teniendo un carácter más europeo.
El barrio de Beyoglu, se extiende a los pies de la Torre Gálata, con varios edificios de estilo Art Noveau. La forma más sencilla de conocerlo es recorrer a pie su calle más emblemática, la avenida Istikal Caddesi, de un kilómetro de longitud, es símbolo del Estambul moderno, el centro de la zona es la plaza Taksin. En el siglo XIX aquí estaban las embajadas y las iglesias, y cerca de ellas surgieron los restaurantes, los hoteles y las tiendas más elegantes. Ahora es una calle peatonal por la que circula un tranvía antiguo y en donde se han instalado las franquicias de las grandes firmas comerciales de todo el mundo. La arquitectura permanece en buena medida, y en las calles cercanas sigue habiendo librerías, mercados de pescado, pequeños restaurantes, bares y locales de jazz. Uno de los lugares más hermosos es el Çiçék Pasaji, o Pasaje de la Flores, una galería del s xix bajo la que se alinean diversas tabernas griegas.
Para llegar desde el barrio de Gálata al vecino de Pera se puede recurrir a un funicular que salva los pronunciados desniveles que hay entre ambos. Una visita curiosa en este barrio es el hotel Pera Palace, creado en 1892 en un palacio para acoger a los viajeros del mítico tren Orient Express. En este hotel, Agatha Christie escribió su novela Asesinato en el Orient Express; y la habitación 101, que ocupó el presidente Atatürk, padre de la Turquía actual, es hoy un museo. El bar del hotel bien merece un café o una copa por su ambiente de otro tiempo. Istiklal Caddesi corre por la cima de una de las colinas de Estambul, y por eso oculta una de las sorpresas de la ciudad. En los pisos altos de estos edificios, muchos de ellos de oficinas, se han abierto algunos bares que gozan de una vista impresionante sobre el Bósforo. Puedes mirar las placas en los portales, sobre todo en el lado izquierdo de la calle si vienes desde Taksim, o acude directamente al If Bar del hotel Richmond (Istiklal Caddesi, 445).
Si vas hacia el norte, por la orilla del Bósforo, encontrarás otros lugares interesantes. La visita tradicional es el palacio de Dolmabahçe (cierra lunes y jueves, 6,6 €; 8,8 € si incluye el Harén), donde vivieron los sultanes desde mediados del siglo XIX. La carretera que bordea el Bósforo conduce a antiguos pueblos que ya parecen suburbios de Estambul. Ortakoy es uno de los barrios de moda, con numerosos bares y galerías de arte. También hay restaurantes con buen pescado a orillas del agua, como Alaturka (Hazine Sodak, 8), y esto mismo también se puede decir de Arnavutkoy, Bebek y Rumeli Hisari, los siguientes pueblos en la orilla europea del Bósforo.
El Estambul asiático. En la zona oriental del Bósforo se extiende la ciudad asiática, no tan turística, pero con su propio encanto y algún aliciente como las mezquitas de Mihrimag y de Yeni Valide. Los transbordadores llegan desde las estaciones marítimas de Atatürk y de Gálata hasta esta orilla, a los muelles de Úsküdar, desde los que a su vez salen barcos a otros puntos de Turquía y excursiones hasta el islote que hay enfrente, presidido por la torre-mirador de Leandro.
Otras propuestas de interés
En barco
Aprovecha la especial ubicación de Estambul para hacer excursiones en barco:
Cruzar el Bósforo. Los barcos que salen de los muelles de Karaköy y Eminönü pasean por las orillas asiática y europea del estrecho del Bósforo,
Navegar por el Bósforo es una de las mejores formas de admirar palacios y fortificaciones que fueron construidos a las puertas de la ciudad. Cerca del centro está el palacio Dolmabaçe, el más lujoso; enfrente, en la otra orilla se alza el majestuoso palacio de Beylerbeyi. Las excursiones más largas por el Bósforo llegan hasta Ortaköy, hoy una zona turística, con restaurantes panorámicos y tiendas de recuerdos. En Ortaköy se asientan las fortalezas otomanas de Rumeli y Anadolu Hisan.
Otro día puedes ir a las islas de los Príncipes. Te recomendamos que vayas a Heybeliada, pases unas horas en ella y luego tomes otro barco hasta Buyukada, donde puedes estar otras horas y coger el barco de vuelta a Estambul. Cada trayecto te costará 1,1 €.
Cerca del puente de Gálata está el embarcadero donde paran los barcos que se internan por el Cuerno de Oro. Es un viaje (2,2 €) de una media hora que permite adentrarse en un Estambul muy conocido de nombre pero poco visitado. El barco va en zigzag, tocando ambas orillas. Si te bajas en la estación de Balat podrás visitar este antiguo barrio griego y si subes la colina y callejeas (tal vez convenga coger un taxi para no perderse) llegarás a Kariye Muzesi, una iglesia bizantina convertida en museo (cierra el miércoles, 5,4 €) con una excepcional cantidad de mosaicos y pinturas murales. Si llegas a la última parada del barco, Eyup, puedes tomar un teleférico que sobrevuela por encima de la Mezquita de Eyüp, un tanto alejada del núcleo histórico, es un lugar de gran prestigio religioso y un importante centro de peregrinaje. Además, la mezquita posee un cementerio con las tumbas de varios dirigentes otomanos y una vista excepcional al Cuerno de Oro. Rozando el cementerio de Eyüp se halla el café que frecuentaba Pierre Loti, hoy lugar de culto para los admiradores de aquel buen novelista y mejor viajero. Un buen lugar para ver cómo la tarde cae sobre Estambul y se iluminan las luces de la ciudad.
Fener es un barrio que se extiende, junto al de Balat, por la ribera del Cuerno de Oro, allá donde la península se ensancha y la vida de Estambul se remansa. Claro que aquí también hay monumentos de interés, pero lo que manda en este barrio es su vida popular. Las calles se estrechan y sus suelos se llenan de adoquín; en los balcones y ventanas hay ropa tendida y los chavales juegan y corren por los callejones. Además, no es raro toparse con alguna sinagoga o alguna iglesia cristiana ortodoxa. Quizá también, en algún café del barrio, mientras se pasa el tiempo mirando los espesos posos de los cafés turcos, o mientras se observa una partida de backgammon, aparezca algún armenio que ofrezca conversación, o algún judío sefardí residual que dejará caer sobre el velador sus frases de castellano antiguo. Esta calma de Fener contrasta con el ajetreo de los barrios Karaköy, Beyoglu, Asmalimescit, Galatasaray o Taksim.


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